miércoles, 24 de septiembre de 2014

Paraguayos becados en Taiwán II

 

domingo, 10 de febrero de 2013

 

Para enseñar, docentes deben tener doctorado

 
A Belén López le fascinó la danza del dragón y todos los festejos que se dan en las calles de Taiwán. 
Completó la carrera de Ciencias Políticas-Relaciones Internacionales en la Universidad Nacional de Taiwán entre el 2006 y el 2010, pero antes debió hacer un año intensivo de mandarín. 
Belén López
Belén López / ABC Color

Sin dudar, afirma que “la enseñanza en Taiwán es indiscutiblemente de Primer Mundo!”. 

No es para menos. Los profesores de la Universidad Nacional de Taiwán (UNT) solo son admitidos como docentes teniendo un doctorado PhD. 

“Todos mis profesores eran graduados de Harvard, Stanford, Yale o del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), que son las universidades líderes en el mundo. Ellos aplicaban en la UNT el mismo sistema de enseñanza de esas universidades; tal es así que, indirectamente, podría decirse que fui formada al mismo nivel que en las universidades top del mundo. Los libros y materiales de estudio eran los mismos utilizados en esas universidades, y los sistemas de evaluación, también. El nivel de exigencia era tal, que requería de horas de estudio diarios para poder seguir el ritmo de las clases”, refiere.

Los estudiantes deben leer libros enteros, generalmente en inglés que debían conocer profundamente. “Lo único que quedaba era leer lo que se iba a desarrollar de antemano, ir a clase, tratar de comprender lo máximo posible de lo que explicaba el profesor en chino, para volver a repasarlo después de la clase. Para lo único que quedaba tiempo en la semana antes de los exámenes finales era para repasar lo ya estudiado en el proceso”, cuenta.

También menciona que la mayoría de los profesores permitían responder en inglés, lo cual implicaba que el cerebro debía trabajar en dos idiomas extranjeros con total naturalidad. Los trabajos prácticos, llamados “ensayos”, no podían tener una sola línea “copiada y pegada” de internet o de algún otro libro. “De llegar a descubrirte, el profesor anulaba el ensayo por completo por plagio. Nos exigían un nivel de redacción a tal punto que, para mi cuarto año, tenía la capacidad de escribir ensayos de 10 páginas en una noche. Al empezar la universidad, no podía escribir una página siquiera. Y fue un proceso hermoso, difícil y sacrificado, pero valió cada segundo de el”, señala.

Otro punto que refleja el esfuerzo está en el periodo de aprendizaje del idioma. “Durante el tiempo de estudio de la lengua teníamos dos horas de clases diarias, pero para poder aprender lo que se nos enseñó en esas dos horas debíamos pasar alrededor de ocho horas diarias ¡estudiando y memorizando caracteres!”, recuerda.

La compatriota muestra satisfacción y concluye: “Aprendí tanto de ellos, pero creo que lo más valioso que aprendí es el ‘chiku’ (‘chi’ significa comer y ‘ku’ significa amargo), es decir, soportar el sufrimiento o dolor, para llegar lejos en la vida. Dicen ellos que uno debe aprender a chiku, pues solo a través de esto uno podrá triunfar”.

Fuente: ABC 

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